miércoles, 2 de enero de 2013

Burgos: capital internacional de la Bicéfala

 Cambia el tonto que esto escribe, otro nombre no merece, la cabecera del blog y, con el gesto, ubica a la tortuga en un espacio bien reconocible como joya o patrimonio de la humanidad.  Sin embargo hay confusión en la performance, habida cuenta de que la Catedral es, en la imagen, espacio demasiado gris incluso para lo que hoy son días de lluvia en esta ciudad célebre por sus frescuras. Ese gris de la imagen no es actual ni conforma una ontología de  presente. Viene con matasellos del pasado y, para qué negar, de ese ayer que conforma parte de nuestra  experiencia al modo machadiano (aunque los días azules y el sol de infancia sea, en el caso, casi chiste). Es la imagen postal del entorno de 1959, en una ciudad en la que aún no hemos nacido pero que ya intuye la presencia de LGS, la mirada con la que recorrerá sus calles. La ciudad le espera así pasen unos cuantos años. ¿Nos debe llenar de orgullo saber que ella nos esperaba abrigada en los muros de su propia arquitectura?.  Lo relevante es que ni ella ni nosotros, hoy, anhelamos amores constituyentes y, al modo kantiano, trascendentales.

La Bicéfala mira, ahora, más arriba del edificio pero no vea nadie soberbia en el acto sino mero  deseo de mejorar la perspectiva. Sin embargo, ese movimiento arriesgado y tan como de futuro de la tortuga,  se ve contrarrestado por el color - si es tal el nombre -  que nos ubica en aquellos años en los que la ciudad era toda atmósfera de grisalla. Que el que escribe ama esas tonalidades, sobra decirlo.Y que con ellas la Bicéfala seguirá intentando encontrar las sendas que nos unen con las cosas invisibles, es también superflua aclaración.Pero, como decía Ortega, solo lo superfluo es necesario... incluso en esta sobria ciudad de la meseta.

 La zorra perderá el rabo pero no las costumbres. Esta vieja ciudad y, a su vera, el que escribe, siendo yo  el otro que nunca vivió en París, en el inicio del año de gracia y desgracia de 2013.

Pace


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