martes, 24 de abril de 2012

Diccionario de la Debilidad. Arrepentimiento


Balthus: Baphomet



Arrepentimiento
 Que tu recuerdo es el daño mas fuerte
que me hago yo mismo
por vivir soñando
con que tú regreses arrepentida
        (Richie Ray & Bobby Cruz: Si te contara)

Amigo y hermano: no figura en mi alma el recurso al arrepentimiento. Solo si perdiéramos la memoria de lo que vivimos tendría algún sentido retornar a tu viejo lienzo y pintar sobre lo ya narrado, hacer sonreír al que en la primera estampa lloraba o vestir los cuerpos desnudos con rojo bermellón. Gracias a Dios, en la memoria aún fresca,nos cabe la posibilidad de pasar página y hacer brotar del blanco sobre blanco algún otro relato. Déjate de boleros.

Te dejo encerrado en esta voz del diccionario, hito cualquiera en la larga sucesión de diccionarios que ha sido tu vocación oculta desde niño, ficción con el artificial orden de la sucesión de letras, eruditas pisadas encerradas en casillas autistas entre metáforas y etimologías militantes. Nada más desordenado que un diccionario, como sabemos, y en esa retícula de bordes matizados, debes construir lo mejor que puedas tu hábitat. Al menos hasta que aprendas a vivir en una novela.

Te haces daño soñando mi arrepentimiento. Debías ser tú el que te esmeraras en retornar a la salud y a la vigilia, olvidando el pecado morboso del sueño con que me envolviste y la esperanza bastarda de mi regreso. El arrepentimiento es un  deseo falseado de borrar heridas. Pero las heridas ni en Cristo se volatilizaron, como indica en nota a pie de página (tan ajena, por cierto, al tono de un diccionario) la larga secuencia de los estigmas en la piel tersa de las amadas en el Amado transformadas. El arrepentimiento, si se diera, no anularía lo acaecido, como Dios no puede devolver el virgo a la doncella violentada por el más cruel de los infieles ni tampoco considerar  ahora que Cristo no bajó a la tierra de la carne. El sueño del arrepentimiento que hace olvidar mi traición es sólo propio de ti, débil en tu enlazar palabras y soñar con mi presencia.

Te arrepientes de todo menos de lo importante: ese afán de soñar con la llegada de todas las decepciones con el aura de la mujer arrepentida. Te haces daño y aunque solo en la piel clavas las espinas, el raspón también duele.

P.D. Nunca me arrepiento de seguir amándote, detrás de la cortina de la traición y la decepción, en las esquinas de ese lienzo de dolor que construiste con mi negativa a seguir en el juego.

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