martes, 13 de diciembre de 2011

La tempestad (1)

Turner: La tempestad (1842)
"Algunos pacientes con enfermedad maníaco-depresiva pueden entrar en una fase maniática. Esto se caracteriza por un cambio de ideas poco común y rápido, alegría desproporcionada y una actividad física excesiva. Si usted lo experimenta, contacte con su médico"(...)"(Usted) puede en algunas ocasiones tener pensamientos en los que se haga daño o se mate a sí mismo.Estos pueden aumentar si toma antidepresivos por primera vez(...) Usted es más propenso a tener estos pensamientos si usted previamente ha tenido pensamientos en los que se mata a sí mismo o se hace daño" ( Escitalopram. Prospecto:Información al usuario)

"Este tipo de da ánimos. Con este aire patibulario, no creo que naciera para ahogarse. Buen Destino, persiste en ahorcarle, y que la soga que le espera sea nuestra amarra, pues la nuestra no nos sirve. Si no nació para la horca, estamos perdidos"(Shakespeare: La tempestad, I.i)
¿Cómo se convierte uno en el aparecido de su isla? L llega a la isla  por sucesión de quiebras físicas y entusiasmos de muy diversos grados. Despertamos  (como en aquellas leyendas urbanas de las películas) con el tobillo enganchado a una cadena, en una bañera de hielo y sin  riñones, abandonados con el vientre abierto después de lo que quizás fue una noche de lujuria.  Con dos huellas de colmillo en la yugular.  Arriba L a la isla en calidad de náufrago, con la memoria próxima obturada por la niebla o la resaca  y latigazos de luces esteroscópicas.

 El náufrago llega a la costa  sin poder celebrar la victoria sobre la tormenta, arrojado inconsciente o después de jornadas a la intemperie, agarrado a un mástil, con todos los síntomas de la deprivación sensorial. Por eso es tan ajeno L a los seres que palpitan y  el hueco en la memoria de su propia especie, raza o convento es suturado con asco y  odio. Sabemos que nos hemos salvado sólo porque al final nos espera la horca. No es grato descubrir la supervivencia.

 Llegó L a la isla en la fecha anterior al calendario, sabiendo que la princesa de la leyenda urbana le había robado a través del torrente sanguíneo la rosa de los vientos y le había dejado una adicción como recuerdo, la necesidad de más ella, más de aquello que sucedió y está hoy olvidado en la resaca.  Necesidad y pulsión de ella, olvido del mundo que precedió a aquel encuentro y en el que L sabe que tenía una vida, un orden de mito. Expectativas e ilusión de futuro.

Nace L en la isla como L, el ser que aúlla su síndrome y grita el veneno.

 ¿Qué nos cabe esperar en estas trazas? Levantar la vista y limpiarse el barro, beber agua e iniciar el trazado de  la geografía insular armado con un cesto o carrito de homelessness, carro de supermercado o mera manta arrastrada con pertrechos. L se deja el pelo largo y se transforma en chamarilero. Reconstruye la arqueología de lo que habita (o habitó) la isla sin exterior que facilite la hermenéutica. L construye el mundo dejándose arrastrar por la ternura de las cosas  y sus aristas, entra la pompa y el filo, sin poder olvidar el asco y el síndrome de abstinencia que ahueca su alma.  Sabe que todo lo que diga, todo el intento de nombrar las cosas y narrar sus devenir  puede tener un doble en el otro lado del océano;  su vacío es olvido de una forma de leer y cocinar y oler que aprendió en la  infancia. En fin, si no desea matarse o hacerse daño, si opta por la escritura del libro de L es porque usted es más propenso a tener estos pensamientos si usted previamente ha tenido pensamientos .

 En manos del Buen Destino

2 comentarios:

  1. Antes de nacer mi mente, rondaban islas con el arpón infatigable. Una vez representado el nacimiento me di cuenta de mi existencia y la soledad diseminada en esta isla. Guardé un tesoro, el aislamiento de un acuerdo, pero luego, ahora, practico el estudio de la cartografía para redescubrir aquel enterramiento. Idiota. Me acuso, pierdo el tiempo en un “regreso reflejo”. Siento el “buen destino” como pudo abrigar Turner en el ojo de esa tempestad, aunque a diferencia suya no tengo tintura de estramonio a mano. Me sirvo de tu cartografía para encontrarme, articulo en el aire un ademán a modo de gratitud. Otro cuadro de Turner, “El barco de esclavos” me parece también en línea con la tempestad, en él se observa la historia de la esclavitud, 132 esclavos a bordo del Zong botados a un mar furioso infestado de tiburones por la razón de estar enfermos. En fin, te deseo que encuentres la fecha de tu nacimiento, la supervivencia no es más que una anécdota, feroz. Y te digo lo mismo que escuché en china, una vez Kafka caracterizó sus escritos como “un abandono de la fila de asesinos” … así también me parece tu escritura.

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  2. Estimado cc Rider: agradezco tus palabras de placer(sic) en la lectura de lo que escribo y, además, los hilos sueltos que a través de tus comentarios me entregas.

    Sé siempre bienvenido y nos vemos en los sitios virtuales en los que convergemos. Visto tu espacio de escritura y espero encontrar algún destello que pueda servir de comentario. Ya vi algunos.

    Salud!!

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