sábado, 3 de diciembre de 2011

L huye de los seres que palpitan


E la nave va (Fellini) 
y eso es maravilla y tristeza
y lo que es el caso


L es argonauta en este mundo de L que brota con entusiasmo enamoradizo (y se construye como mecano ingenieril) en el Libro de L. L es personaje angular y monocorde, un simple giro de noventa grados para dar la vuelta a la esquina y sentir, segundos antes (esos magníficos segundos anticipadores ),  la esperanza levemente excitada de un choque accidental  con la princesa que viene despistada por el otro lado. La mayor parte de las veces L tuerce en la esquina  y  en eso nuevo que aparece en la quebrada no hay nadie ni pareciera siquiera que fuera otro lado, otra calle o barrio. La novedad siempre fue engañosa y exaspera en el caso de la biografía del ángulo recto. En el pliegue de los noventa grados -  trazado con escuadra y cartabón para no enfadar a la señorita - aparece la misma línea de casas, porque nada más mentiroso que L, ese ángulo recto de canto monocromo. Un rojo sonrojado  para  dar la vuelta eternamente a la misma manzana de edificios. Como el tal Kafka.

 Hablando de kafka. Hoy he soñado con el atasco (real) del fregadero de la cocina. Las sustancias abrasivas hierven en el espacio onírico mientras  desmonto el sistema de tubos. Luego, simplemente, miro en sueños la espuma estancada. Ya despierto,  me dirijo al fregadero y observo, en actitud contemplativa, el agua que me espera desde ayer con paciencia de pantano. Indiferente al espectáculo, religioso en el mejor sentido. Huele a química en la cocina.
Mi alma se estanca por efecto del shock electro-químico. El mundo de L es un mundo de la neurociencia.
 En el Libro de L - libro que, digamos, debe de estar escrito en alguna parte y que busco con ademán detectivesco - se empiezan a ver líneas ondulantes que pintan un mapa de la isla L. Una isla del océano Norte que desea, sin fuerzas, ser hija de los mares del Sur.  En el mundo L hay geografía, cartografía, geometría y física, botánica y zoología, historia heroica y sagrada.  Habito poética y patológicamente  en la tormenta perfecta de las quebradas, con todo el sistema de las ciencias y las artes como escuderos. Enlazo el hundimiento de los estados benefactores y los mercados y el de la galaxia gutenberg entera y la crisis de los cincuenta y el desfallecimiento de mi generación que siente que le han tomado el pelo pero que se acostumbró pronto al más tonto de los relativismos acomodaticios . Vivo en el hundimiento de psiqué y mnemosine, recorrido por la química de las píldoras rosas, en el retorno nicotínico. La princesa era (es) un signo de princesa y, aunque L y la bicéfala  busquen la vida entre las cifras y los signos, es fría la princesa.

 El libro de L es ártico  por vocación y por eso odio el mundo de L. L quisiera parir letras ( y ser , por ejemplo, Luis o luisa o lorena o lorenzo).

 Sólo quise decir hoy  que en el mundo de L el ángulo recto es tan característico como odiado y por eso he puesto en duda filosófica el adagio "debes llegar a ser el que realmente eres", en la misma medida (y con igualdad de comunidad de diálogo) que  la posibilidad de ser un otro, el Otro, saliendo de una puta vez de lo Mismo.

Sólo quise decir en la entrada que en el mundo de L  se temen a todos los seres que palpitan. Ese calor tembloroso borra las letras y no es plan el borrado si de lo que se trata es de escribir el Libro de L.


2 comentarios:

  1. en el naufragio, L encontrará la curva inevitable del agua. salvará a un rinoceronte sin atributos ni enciclopedias ni vaticanos, de vocación estrictamente lúdica. continuará proyectando imágenes mientras se hunde la nave. pero sabemos que la nave nunca se hunde, del todo.

    "e la nave va" es la primera película que recuerdo haber visto (y la única que vi) con mis padres, en una sala liliputiense de cine en un sótano de la Avda. Corrientes, en Buenos Aires. Los pobres remaban abajo y el amor por Fellini y una cantante de ópera de corazón desquiciado se selló en ese instante infantil. esos amores no tienen remedio. te escribo frente a un viejo poster de viñetas de Amarcord encontrado en las playas de Lido.

    y me encanta pensar que, mientras vos escribías, yo cantaba, empujándome desde el insomnio al amanecer. eso es una manera de estar juntos y en sintonía, a la misma hora.

    a L lo imagino en su mundo polar y le dibujo un iglú protector, con restos de materiales lúmpenes y lamparitas azules, como un iglú de Merz.

    baci e tante cose belle.

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  2. Gracias por las cosas bellas que acojo junto a los materiales lumpen y otras lamparitas. Sí me veo en iglú de Merz - y que me lo propongas no es coincidencia sino sintonía. Iglú que es cabaña de ramas y taller. El mundo de L emerge como el témpano de hielo de este sitio bicéfalo. Gracias por tu presencia

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